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miércoles, 12 de diciembre de 2007

El Zoológico del kilómetro cero

Podemos ver animales rondando en sus jaulas, echados, comiendo, trabajando. Todos sin interesarse en lo que los otros hacen, pero teniendo siempre algo en común, el espacio en el que habitan.

Como leones enjaulados, caminando de lado a lado vemos a los vendedores ambulantes ofreciendo sus productos. Como osos, sentados esperando que les llegue la comida, encontramos a los lustra botas, esperando que algún cliente llegue a sentarse a sus banquitas y abriendo el diario se disponga a que le limpien sus zapatos. Como palomas, escondiéndose de los gatos que las quieren cazar, se ven a los escolares que hacen la cimarra, buscando un refugio donde resguardarse de las autoridades. Y que mejor lugar para todo esto, que “el zoológico“, Plaza de Armas.
De día, se encuentran diversas actividades que nos ofrece el lugar, actividades muy diversas y que no tienen nada en común una con otra. Sin duda, la mayor atracción son los humoristas callejeros, que como los monos del zoológico, saltan de un lado al otro y hacen bobadas para sacar alguna sonrisa, atraen la atención del público haciendo que rodeen su jaula. Se pueden encontrar al medio día, en frente de la Catedral, y no pasan desapercibidos, ya que en todo momento están rodeados por una multitud de gente que estalla en carcajadas cada cierto rato. Dentro de estas rutinas, hay quienes se aprovechan, como los vendedores ambulantes, que se meten entre la gente ofreciendo sus productos, siempre con sus petos que llevan en el pecho la marca de Coca-cola.
A un costado de la calle Merced, se instalan los pintores y retratistas que a eso de las 11:00 horas comienzan a levantar sus puestos de trabajo, para seguir pintando sus cuadros. Otros, se sientan a esperar que alguna persona se acerque y les pidan que los retraten, para luego entregarles la obra de arte por la suma de $4000. Por último hay quienes se sientan a esperar que llegue algún turista, o alguna persona interesada en el arte para poder vender algunas de sus obras. Los precios son variados según el tipo de pintura, el tiempo que demora en pintarse, etc. Se pueden encontrar trabajos desde los $4000 hasta $20.000.


Si se camina en dirección a la calle Estado, se ven a los famosos fotógrafos que, instalados con sus cámaras afirmadas por unos largos trípodes y la infaltable figura del caballo pequeño, esperan que lleguen los padres con sus niños pequeños para subirlos al animal e inmortalizarlos en una fotografía. También, están a la espera de que las parejas de enamorados quieran sacarse alguna foto abrazados, con la imagen de la Catedral como fondo. Don Ignacio lleva 27 años trabajando como fotógrafo en la Plaza de Armas. Ha vivido los dos cambios que ha sufrido la plaza, en los años 1981 y 2000. Y aunque muchas veces ha querido cambiarse de lugar para ejercer su trabajo, hoy se encuentra feliz ahí, porque la seguridad del lugar ha aumentado y con los turistas en estas fechas, el negocio mejora considerablemente, aunque según don Ignacio, “este es un trabajo para sobrevivir, no para vivir dignamente“.
Don Raúl es un hombre que trabaja hace 25 años en este lugar, como lustra botas. Dice que la Plaza de Armas es la gallina de los huevos de oro para este negocio. En el transcurso del día mucha gente pasa por el lugar, por su centralidad y atracciones, hay más posibilidades de que se detengan a que les den brillo a sus zapatos por el precio de $2.000.
Para los escolares rebeldes, que escapan de sus horas de estudio en sus respectivos colegios o liceos, la plaza es un lugar muy atrayente para hacer la cimarra, ya que tienen largas bancas donde poder sentarse a conversar y esperar que las rutinas de humor comiencen, para reírse con estos personajes del lugar y más tarde pasear por el Mall del Centro, para matar el tiempo y luego irse a sus casas.
Para los turistas, el lugar es algo que no puede dejar de ver, según comenta Richard, un austriaco de 27 años, que visita por primera vez Chile. Dice que “no estar en Plaza de Armas, es no estar en Santiago de Chile“. Como para Richard y los tantos turistas que pasan por ahí en de un día, los edificios como la Catedral y la Oficina de Correos de Chile son lugares que tienen que fotografiar, es por eso que se ven tantos extranjeros como sus cámaras en mano, capturando el lugar. Como para éstos los edificios son atrayentes, para los lanzas son atrayentes sus cámaras fotográficas o de video, “es por esto que hay que tener mucho cuidado con las pertenencias, ya que en el lugar son muy frecuentes los robos o lanzazos“, comenta el oficial a cargo de la seguridad de la Plaza de Armas.
En las noches, cambia radicalmente el comercio y la seguridad del lugar. Según comenta “el Toñito”, un mendigo que duerme en los alrededores de la plaza, a eso de las 23:00 horas, se llena de prostitutas y ladrones que hacen que este lugar, tan ameno y acogedor en las mañanas y tardes, se vuelva una especie de “barrio rojo”, casi intransitable para la gente que comúnmente vemos en la Plaza de Armas.

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